miércoles, 2 de diciembre de 2009

La voz silenciada de los lectores


"La gente parece no darse cuenta de que su opinión del mundo es una confesión de su propio carácter" - Ralph Waldo Emerson (1803 - 1882), poeta, conferencista y ensayista estadounidense.



Creo que ya pasó un año desde que los lectores de El Heraldo
perdieran la oportunidad de hacer comentarios a la información que se publica en la página web del principal diario de la Costa Caribe.

Comprendo bien las razones por las que los directivos de este medio tomaron la difícil decisión de cercenar provisionalmente las cuerdas vocales digitales de sus seguidores.

La chabacanería y el mal gusto de algunos participantes se convirtieron en un dolor de cabeza cuando comenzaron a hacer más difícil la labor de los periodistas, cuando estos comenzaron a notar la resistencia de algunas personas comprensiblemente reacias a dejase entrevistar o figurar en el periódico, a sabiendas de que la publicación de la entrevista o de la nota periodística, hasta las inocentes notas de sociales, daría pie a toda suerte de improperios, injurias e insultos gratuitos en internet.

Renunciar al feedback o retroalimentación que ofrece la voz del lector en la era digital no es un pecado, pero sí representa la pérdida --tanto para periodistas como para lectores-- de uno de los valores agregados más atractivos que la tecnología le ha aportado a la labor informativa.

En el caso de los blogs de este diario, aquella medida también trajo una inmediata reducción en el número de comentarios que antes recibía cada una de las entradas, como si muchos lectores no se hubieran dado cuenta de que el espacio que tienen para opinar en esta sección nunca fue suprimido.

Ignoro si también habrá afectado a las cifras de visitas al portal web de El Heraldo, pero sería comprensible un desplazamiento de los visitantes, atraídos hacia medios que les ofrezcan una mayor interactividad, la posibilidad de hablar, de opinar.

De
participar, en una palabra.

Yo participo, tú participas, ella o él participan…, todos participamos. Eso es lo lindo, lo atractivo y lo adictivo que tiene internet, el explosivo universo del 2.0.

Y, también, lo terrible.



Punto aparte: Dos noticias inquietantes, cuando se ponen juntas. A) Los japoneses ya fabricaron un robot que baila break- dance y puede hasta girar como un trompo sobre su cabeza. B) Científicos europeos consiguieron implantar un brazo electromecánico a un paciente, conectándoselo al cerebro, y él es capaz de moverlo a su antojo gracias al impulso de sus ondas cerebrales. CONCLUSIÓN: Terminator y Robocop ya no son ciencia ficción.



2 comentarios:

  1. La necesidad de interactuar es lo nos mueve a los seres humanos, como seres sociales, y deseos de vincularnos emocionalmente.
    Responsabilizarnos de lo que decimos es el segundo paso que nos permite valorar esa interacción.

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  2. Cierto, Graciela, y a veces también sería conveniente responsabilizarse también de lo que uno no dice, especialmente cuando el silencio se convierte en complicidad de la injusticia. Cambiando de frente de manera abrupta, pienso que sólo puede ser producto de una agraciada coincidencia el hecho de que las dos primeras seguidoras de este blog se llamen ambas Graciela.
    Gracias.
    He vivido con gatos casi toda mi vida, y también tuve un gato auténticamente negro. Ni siquiera tenía ojos. Lo recogí de pequeño cerca de mi casa, le decíamos Mr. Magoo, y no sé si debido a una enfermedad o debido a la crueldad humana, había perdido ambos ojos. Vivió seis años en mi casa, y se convirtió en uno de los gatos más bonitos, fuertes, inteligentes, perceptivos, casanovas, manipuladores, guerreros y feroces que he tenido, por no hablar de su prodigioso oído. No podías abrir la nevera de la casa sin que él lo escuchara, y apareciera en un santiamén, sorteando cualquier obstáculo como lo haría un murciélago, navegando por sonar. Era una panterita. Un día me fui al Parque Tayrona, a pasar un fin de semana de camping, y cuando volví fue para enterarme de que Mr. Magoo había desaparecido. El dios de los gatos lo tenga en paz.
    Una vez más, gracias,
    saludos,

    Cape Sourdis

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