lunes, 21 de diciembre de 2009

Sorpresas nostálgicas en la basura madrileña


"Nunca hubiéramos podido amar a la Tierra tanto si no hubiéramos tenido una infancia en ella” - George Elliot (1819 – 1880), novelista británico victoriano.





Soy un nostálgico.



Hace unos meses encontré junto a un contenedor de basura del barrio una pila de cassettes originales con música de algunos de mis artistas de rock favoritos, en sus cajetillas plásticas intactas y con sus respectivas etiquetas de sellos musicales.



Rolling Stones, Santana, Led Zeppelin, Pink Floyd, Queen, Jimi Hendrix, entre otros, las posesiones musicales de un dinosaurio coleccionista.



También había algo de los ochenta. Twisted Sisters, Motley Crue, Poison, Cinderella, pero convencido como estoy de que la mayor parte de lo que produjo aquella década musicalmente hablando y en materia de modas fue un desastre y merece el más absoluto desprecio hoy en día, me concentré en las primeras.



Un verdadero tesoro, me dije, apreciando el hecho de que su antiguo dueño, el miserable traidor que los había dejado huérfanos, al menos no había tenido el coraje necesario para tirar aquellas inesperadas joyas directamente entre los desechos sino que las había dejado cuidadosamente apiladas junto al contenedor (pude imaginarme en este punto una desgarradora despedida), tal vez con la ilusión de que algún prójimo apreciara su buen gusto musical y adoptara las cintas magnetofónicas.



Eso hice. Se veían tan desvalidas, y tan espaciosa mi mochila tayrona. La idea era escucharlas en una vetusta radio- grabadora y reproductora de cintas que mi esposa conserva desde hace más de una década para seguir las noticias mañaneras a la hora de la ducha, aunque no estaba seguro de que la casetera aún funcionara.



Funcionaba. Pero tras poner Stairway to heaven y después de otros quince minutos de presionar pacientemente el fast forward y el rewind con la intención de ubicar y escuchar mis temas preferidos, caí en cuenta de lo inútil de conservar aquel formato de audio que se impuso en todo el mundo durante cuatro gloriosas décadas, por muy romántico que me hubiera parecido el hallazgo unos minutos antes.



Tengo toda esa música, y muchísima más, en un reproductor de mp3 más pequeño que un cassette. Y también en el computador, a un clic de distancia, motivo por el cual ya casi no toco mi colección de discos compactos, objetos que ocupan buena parte de las estanterías de la buhardilla y que seguramente también se aproximan cada vez más al ocaso de su gloria y al contenedor de basura.



También he instalado Spotify, programa que me permite disfrutar de casi toda la música que necesito, sin descargarla y con una facilidad casi diabólica.



¿Iba a regresar entonces a la incomodidad de las cintas que hay que retroceder y atrasar, que se enredan, a cambio de los cómodos clics? Ni loco. Ya lo dijo irónicamente el músico rapero Griff Niblack: “si estás añorando los buenos, viejos tiempos, simplemente apaga el aire acondicionado”.



Mientras llevaba los cassettes de vuelta precisamente a este triste e inevitable destino final, a la basura, , no podía dejar de pensar en que las nuevas generaciones ya nunca sabrán nada del gozo que se experimentaba cuando, tras días o semanas de mucha paciencia escuchando emisoras radiales, se conseguía por fin grabar un buen cassette, en el que todas las canciones por lo menos quedarán completas.



Ni de la rabia impotente que se sentía cuando el locutor o presentador arruinaba la canción que habías estado esperando obtener quizá durante meses, al meter la cucharada sobre ella o haciendo promoción de la emisora para dejarte tu grabación marcada.



En aquellos días, las muy respetadas madres de Marco Aurelio Álvarez, Henry Jiménez, Jimmy Villarreal y otros veteranos presentadores de programas radiales de musica eran quizá más recordadas que las de los árbitros deportivos.



Y algunos despistados aseguraron entonces (tal como otros paranoicos hacen ahora) que aquella facilidad para grabar y reproducir canciones iba a representar el fin de la industria musical. La industria fonográfica inglesa llegó a acuñar en los ochenta un lema oficial que hoy en día se estampa humorísticamente en las camisetas: “Home taping is killing music” (“La grabación doméstica está asesinando a la música”).



Y, también de aquellos días, el salto tecnológico más revolucionario que recuerdo fue cuando finalmente, gracias al genial Walkman, el homo sapiens adquirió la capacidad de escuchar privadamente música portátil con un sonido de calidad, sin sospechar el vertiginoso camino que la evolución le depararía en unas pocas décadas.



¿Que tal hacer una nueva división de la historia, una en la que las siglas A. C. y D. C. ya no signifiquen Antes de Cristo ni Después de Cristo, sino Antes del Clic y Después del Clic; o en la que a la prehistoria y a la historia --separadas entre ellas por la aparición de la escritura--, se les agregué un tercer piso: la post- historia, la neo- historia o la clic- historia, ubicando su inicio en ese ligero pero poderoso gesto del índice derecho sobre un ratón?



Porque hay que ver cómo nos va a terminar marcando esto de tener tantos recursos al alcance de un mínimo esfuerzo doblemente digital.



Sí, ya sé que el ratón, al igual que tantos otros artilugios de la post- postmodernidad, ya no será necesario con las nuevas tecnologías, pero es precisamente lo efímero de su existencia y del delicado sonido del clic lo que debe caracterizar a esta época, que también es la época de la obsolescencia programada.



Yo imité, pues, frente al contenedor de basura, los gestos fúnebres que seguramente hizo también el antiguo propietario de las cintas, dejándolas desamparadas sobre el andén madrileño, pero cuidadosamente apiladas y observando no sin cierta sorpresa que las de los ochenta habían desaparecido.



Y tras unos pasos en dirección hacia las tecnológicas ventajas musicales de mi hogar, eché un último vistazo hacia atrás, hacia un pasado irremediablemente perdido, sintiendo que le cerraba definitivamente la puerta a un pedazo de mi vida..



Un transeúnte, algo mayor que yo, se había detenido y agachado muy arqueológicamente, tal como había hecho yo antes, para estudiar la inopinada y prehistórica oferta musical callejera.



Lo vi guardarse un par de cassettes en el bolsillo de su abrigo antes de seguir su camino. Otro nostálgico.



Está visto, pensé mientras me alejaba, a veces resulta muy difícil desprenderse del pasado.



Stop.

lunes, 14 de diciembre de 2009

"Un paso histórico" (hacia atrás) en un país berlusconizado


Los cementerios están repletos de cadáveres de personas que pensaron que el mundo no podría seguir adelante sin ellas” - (Anónimo)



El Ministro de Interior sale a decir que el gobierno de Uribe ha dado
“un paso histórico” en la GGUUEERRAA CCOONNTTRRAA (algunas de) LLAASS DDRROOGGAASS al ilegalizar la dosis mínima de marihuana.

No. El ministro no hizo su declaración en la sección de cuenta chistes de Sábados Felices. El hombre hablaba en serio.
O fingía hacerlo. Porque cuando un funcionario público miente de manera tan descarada se pueden considerar dos posibilidades, entre otras: 1) que el funcionario es un cretino y de verdad se cree su propia mentira o 2) que no se la cree pero sí cree que el verdadero cretino es el electorado.
Creencia esta última que, analizada a la luz de la actualidad nacional y desde el punto de vista del mentiroso, parece la más factible, toda vez que el mencionado electorado está absolutamente berlusconizado, como el de Italia, dispuesto a tragarse o a perdonar ésta y mil mentiras más.
Berlusconizado. Esto quiere decir, en el caso del país del Sagrado Culebrón, dispuesto a hacerse de la vista gorda ante la corrupción rampante, el crecimiento de la pobreza, el ataque a las libertades democráticas, a la mutilación y manipulación de la Constitución, al empleo de los organismos de seguridad como extensión de las mafias, a que el dinero de los impuestos del pueblo se dedique a financiar “el garrote con el que será golpeado” --o sea regalado a manos llenas a cuentas bancarias como la del muy bancario Luis Carlos Sarmiento--, a las innumerables evidencias de concubinato con el paramilitarismo que le aparecen en este país de desapariciones al gobierno uribista por donde sea que uno meta esa protuberancia del rostro que nace entre los ojos y se extiende hasta terminar metiéndose en los asuntos ajenos, vulgarmente conocida en castellano como “nariz”.
Órgano olfatorio cada vez menos desarrollado en el pueblo colombiano, por cierto, totalmente anestesiado y últimamente insensible en especial ante el hedor.
Y, para no desviarnos de lo nasal, entendamos que en realidad no es cierto que toda Italia se halle absolutamente berlusconizada.
Al menos no lo está Massimo Tartaglia, cittadino itálico que con notable puntería apuntó ayer a la nariz de Berlusconi y consiguió hacerle probar el contundente poder de la iglesia al primer ministro, partiéndole la cara, “¡marica!”, al neo- Duce multimillonario con una miniatura metálica de Il Duomo, la catedral gótica de Milán.
También llamó “payaso” y además le exigió al mandatario: “¡renuncia!”, al mismo tiempo que le lanzaba el proyectil (“cosa que se proyecta”), viéndose compensada en este caso la suavidad del insulto por lo impactante del gesto.
Massimo (quien entre anoche y esta mañana ha conseguido 44 mil nuevos amigos en Facebook) le ha pemitido comprobar, de paso, a una Italia perpleja que bajo la piel del gobernante también corre sangre, como suele suceder en el caso de los vulgares mortales.
¿Lecciones? Desde luego.
Después de ver en la televisión y en los diarios las cortaduras en la mejilla izquierda del maltrecho Silvio, nariz fracturada (según el parte médico), dos dientes rotos, labios partidos y un moretón que le cubre buena parte de su cara, queda muy en claro lo peligroso que resulta el estilo arquitectónico gótico del medioevo --con sus múltiples aristas puntiagudas y sus gloriosas ojivas angulares-- cuando se le da un uso de carácter netamente ofensivo. Estilos más modernos hubieran resultado seguramente menos lesivos.
A todas éstas, Berlusconi, autoproclamado devoto de la Virgen, afirma que durante el incidente se ha producido un prodigio de la fe, ¡un miracolo!
Sostiene el buen Silvio que una oportuna intervención de la mismísima Madonna ha desviado la trayectoria de la iglesia arrojada contra él (por confusa que suene esta aseveración debido a su aparente tinte teológico), impidiendo que hiciera blanco en su ojo izquierdo.
Y uno, claro, se pregunta entonces, ¿qué le hubiera costado a la Virgen María desviar la trayectoria lo suficiente como para evitarle a Berlusconi semejante chancletazo?
¿No habrá sido más bien Nuestra Señora la encargada de guiar el brazo del agresor y de velar por su buena puntería?
En tal caso, otra lección: rezarle a la Virgen y hacer peregrinaciones de camandulero a sus santuarios no garantiza que hayas conseguido incorporarla a tu servicio de protección personal.



Nota: El autor del blog de ninguna manera pretende hacer apología de la violencia, convencido como está de que por lo general ésta sólo genera más violencia y no tiene valor pedagógico alguno, como no sea el aprendizaje necesario para evitarla o sobrevivir a la misma, en un sentido estrictamente defensivo.







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lunes, 7 de diciembre de 2009

Jesucristo, a examen en las aulas españolas


“La religion (…) se ocupa de juzgar el pensamiento humano y sus acciones; no está calificada para pronunciarse sobre hechos reales ni la relación entre estos” - Albert Einstein (1879 - 1955), científico, pensador, escritor y ensayista alemán.




Lo que algunos creen impensable se piensa más de lo que algunos creen. Por ejemplo, expulsar al Mártir del Calvario de los colegios de España, un país en donde el sistema educativo sigue muy apoyado en el conservador aparato eclesiástico católico, y en donde la representación de este aparato se cobija bajo el extremo de la autoritaria sombra que proyecta el único ala del Vaticano, el de la derecha.

La iniciativa legal para el desmonte de todos los símbolos confesionales cristianos de las escuelas, cosa de que los musulmanes no sientan que se discrimina la Media Luna, los judíos que se desprecia el Menorah, los budistas que se menospecia la imagen de Buda y los ateos que se irrespeta la libertad de tener una educación libre de acentos religiosos, ha partido de Esguerra Republicana de Catalunya (ERC), la izquierda catalana, como no podía ser de otro flanco político.

La relativa vecindad ideológica de este movimiento político con el actual partido gobernante, el socialista PSOE, ha hecho que la iniciativa cobre cierto impulso, apoyada además por una directriz del Parlamento Europeo, aunque parece que se va a quedar en eso: en puro impulso.

Es decir, en buenas intenciones, aunque algunos no las vean tan buenas.

Por ejemplo, el PP, Partido Popular, representante de la ideología diestra en España, cuyos líderes han puesto de inmediato el grito donde mejor lo saben poner, en el cielo.

Ese mismo cielo que la iglesia católica ha vuelto a usar como arma de terror recientemente, cuando al obispado ibérico se le ocurrió la peregrina idea de anunciar, hace unas semanas, la excomunión automática para todo aquel que se pronunciara en este país a favor del derecho al aborto, y no digamos ya para las mujeres que recurren a esta -ya de por sí sola-bastante difícil solución.

Es precisamente este tipo de actitudes lo que se pretende combatir mediante la implantación de una educación estrictamente laica, erradicando del profesorado tendencias que pretenden perpetuar el terror oscurantista, confundiendo la enseñanza con la prédica y revolviendo las más sangrientas y fervorosas pasiones del ser humano, las inspiradas por eso que llamamos fe.

Pero, como se dijo antes, no parece que la iniciativa vaya a prosperar.

A estas alturas, ni siquiera ha sido posible ejecutar plenamente el cumplimiento de la Ley de Memora Histórica, que ordena el retiro y desmontaje de los símbolos, estatuas y otros monumentos que glorifican a la tiranía franquista y que tanto ofenden a la memoria de los que cargaron con el peso de la derrota republicana durante y después de la Guerra Civil. A diez cuadras de mi casa todavía se lee, grabada en la piedra de la fachada de la sede del Ejército del Aire, en la Calle de la Princesa: "Francisco Franco, Caudillo de España", en letras descomunales.

Pero por lo menos hay un diálogo. Un diálogo del cual en Colombia, al paso que vamos -con un procurador de la nación, Alejandro Ordóñez Maldonado, adscrito al Opus Dei y opuesto por motivos religiosos al derecho al aborto, así como al divorcio, al matrimonio gay y a la marihuana-, nos encontramos todavía a unos cuantos años luz.

Ese diálogo es un avance, y eso se nota no sólo en el sentido de los comentarios sino en la madurez con que abordan el debate sobre este tema los cibernautas que han visitado la columna de opinión Versión Libre, escrita por Marco Schwartz, el influyente periodista barranquillero y jefe de opinión del igualmente influyente diario madrileño Público.




Punto aparte: Ante el anuncio de que Nicolás Castro podría recibir hasta seis años de cárcel por una travesura atribuible a su inmadurez juvenil, es decir: crear un grupo de Facebook donde se comprometía a matar a Jerónimo Uribe, hijo del presidente, hay que preguntarse, ¿qué haría el gobierno en caso de que el objeto de las amenazas fuera otra persona? Digamos, por poner un ejemplo, Piedad Córdoba… Pero ya sabemos la respuesta: nada.


miércoles, 2 de diciembre de 2009

La voz silenciada de los lectores


"La gente parece no darse cuenta de que su opinión del mundo es una confesión de su propio carácter" - Ralph Waldo Emerson (1803 - 1882), poeta, conferencista y ensayista estadounidense.



Creo que ya pasó un año desde que los lectores de El Heraldo
perdieran la oportunidad de hacer comentarios a la información que se publica en la página web del principal diario de la Costa Caribe.

Comprendo bien las razones por las que los directivos de este medio tomaron la difícil decisión de cercenar provisionalmente las cuerdas vocales digitales de sus seguidores.

La chabacanería y el mal gusto de algunos participantes se convirtieron en un dolor de cabeza cuando comenzaron a hacer más difícil la labor de los periodistas, cuando estos comenzaron a notar la resistencia de algunas personas comprensiblemente reacias a dejase entrevistar o figurar en el periódico, a sabiendas de que la publicación de la entrevista o de la nota periodística, hasta las inocentes notas de sociales, daría pie a toda suerte de improperios, injurias e insultos gratuitos en internet.

Renunciar al feedback o retroalimentación que ofrece la voz del lector en la era digital no es un pecado, pero sí representa la pérdida --tanto para periodistas como para lectores-- de uno de los valores agregados más atractivos que la tecnología le ha aportado a la labor informativa.

En el caso de los blogs de este diario, aquella medida también trajo una inmediata reducción en el número de comentarios que antes recibía cada una de las entradas, como si muchos lectores no se hubieran dado cuenta de que el espacio que tienen para opinar en esta sección nunca fue suprimido.

Ignoro si también habrá afectado a las cifras de visitas al portal web de El Heraldo, pero sería comprensible un desplazamiento de los visitantes, atraídos hacia medios que les ofrezcan una mayor interactividad, la posibilidad de hablar, de opinar.

De
participar, en una palabra.

Yo participo, tú participas, ella o él participan…, todos participamos. Eso es lo lindo, lo atractivo y lo adictivo que tiene internet, el explosivo universo del 2.0.

Y, también, lo terrible.



Punto aparte: Dos noticias inquietantes, cuando se ponen juntas. A) Los japoneses ya fabricaron un robot que baila break- dance y puede hasta girar como un trompo sobre su cabeza. B) Científicos europeos consiguieron implantar un brazo electromecánico a un paciente, conectándoselo al cerebro, y él es capaz de moverlo a su antojo gracias al impulso de sus ondas cerebrales. CONCLUSIÓN: Terminator y Robocop ya no son ciencia ficción.



miércoles, 25 de noviembre de 2009

Toxicidad



Al viajar dentro de mí mismo, por los espacios siderales que se extienden entre el tejido subatómico de mi organismo, debo reducir infinitillonésimalmente mi escala del tiempo, ya que cada segundo de mi dimensión normal equivale a billones de eones en ese mundo submicroscópico. Puedo pasar miles, cientos de miles de años explorando las infrarregiones de mí mismo y mientras tanto, en mi propia dimensión, sólo habrá pasado una fracción de segundo. De esta manera, he descubierto en mis huesos un universo de lentos mundos blancos y de astros muy dispersos en mi cerebro; abundan los planetas de atmósferas corrosivas en mi sistema digestivo, cometas de fuego surcan mi sangre, y mis anticuerpos son como gigantescos agujeros negros que devoran galaxias. Ninguno de estos mundos está habitado ni es habitable. Soy un sistema tóxico.


lunes, 23 de noviembre de 2009

El mundo se va a acabar: adiós al tercer periodo de Uribe


"Lo que la oruga llama fin del mundo, el sabio lo llama mariposa" - Richard Bach (1936- ), escritor estadounidense, autor de Juan Salvador Gaviota.





El fin del mundo es una industria rentable.


Los sacerdotes de numerosísimas religiones la han explotado durante milenios, desde los mayas hasta los incas, desde los cristianos hasta los musulmanes, como una de las principales excusas para gobernar a sus fieles mediante el temor y el terror.


El hecho de que nuestro mesianismo, esa esperanzada fe en el advenimiento de un mesías justiciero y redentor que descienda algún día en su trono de nubes y rayos a decretar vacaciones gratuitas y permanentes para la humanidad, esté tan inevitablemente ligado a nuestro evidente gusto por lo catastrófico, por lo apocalíptico, es un reflejo inevitable de la naturaleza humana.


Esa misma naturaleza que le imprimimos o contagiamos hasta (o sobre todo) a los dioses que hemos creado en nuestra imaginación.


Ese ingenuo mesianismo guarda una estrecha semejanza con un postulado orwelliano que tanta carrera ha hecho en la política internacional -- y especialmente en la nacional--, según el cual sólo mediante la guerra es posible la paz.


Porque los creyentes en un milagroso atajo hacia la felicidad absoluta también suelen predicar o creer a quien predica que, antes de conceder estas ansiadas y merecidas vacaciones eternas a los justos, el mesías destruirá o condenará a un fuego igual de eterno a los injustos, a los pecadores; que somos la gran mayoría de los mortales, por definición.


Una auténtica carnicería. Es como si la política de la Seguridad Democrática fuera aplicada al tajante estilo de la divinidad. Miles de millones de falsos positivos, y todos en un sola jornada, la del Juicio Final.


¿Puede haber un síntoma más patente de inmadurez moral y espiritual?


Albert Einstein, una de las mentes más privilegiadas que haya pasado por este planeta, comentó: "el comportamiento ético de una persona debe estar efectivamente basado en la empatía, la educación y los vínculos sociales; ningún fundamento religioso es necesario. El hombre estará, de hecho, en una pobre situación si debe ser reprimido por el miedo al castigo y la esperanza de una recompensa después de la muerte".


Hollywood y la industria editorial también sacan su tajada del ponqué apocalíptico. Especialmente ahora, aprovechando ese intento de hacernos creer que, más allá del 2012, nanay cucas. Kaputt. Finito. The End.


Ya van más de 200 libros publicados hasta la fecha sobre el tema, por no hablar de programas televisivos ni de otros medios de esparcir la desinformación.


Las profecías del calendario maya, las de San Malaquías, las de Nostradamus, las de Edgar Cayce, las de la Gran Pirámide, las de los indios hopis, las védicas y hasta las de la madre que los parió sirven ahora como argumento para apoyar las tesis de los portavoces de la destrucción total.


También las de que aquellos que insisten en que, si no total, al menos sí habrá una catástrofe lo bastante fuerte como para que tengamos que volver gateando a las cavernas o -- según los más optimistas entre los pesimistas- como para que nos veamos obligados a fundar un nuevo mundo asombrosamente parecido a una comuna hippie global, llena de paz, amor acuariano, huertas caseras, bacanería y buena voluntad, tal como el planeta soñado por John Lennon cuando le recomendaba a sus prójimos "to imagen all the people living life in peace".


Sumémosle a todo esto las amenazas reales, o sea, el calentamiento global y la destrucción del medio ambiente, la proliferación de los arsenales atómicos, la mutación de los virus tradicionales y la perversa invención de virus nunca antes imaginados…, es decir, todos los ingredientes de ese hara- kiri colectivo, ecológico y ambiental que practicamos con el ímpetu de nuestra innata turbulencia, y el negocio resultará todavía más --nunca mejor dicho-- prometedor.


Por si fuera poco, no hay que olvidar tampoco la repetitiva advertencia de los astrofísicos en el sentido de que el Universo es como un gran juego cósmico de canicas, y de que en cualquier momento un asteroide errante bien puede surgir de las profundidades del espacio sideral para chocar contra el nuestro. Y adiós luz, que te guarde el cielo.


Pero, en medio de toda esta paranoia, toca verle el lado bueno a las cosas. O, los lados.


El primero es que, aceptémoslo (y lo sabe cualquiera que haya visto Jurassic Park), hubiera sido muy incómodo compartir este planeta con el Tiranosaurio Rex.


En segundo lugar, si el mundo se acaba de nuevo en el 2012, Uribe se quedaría con los crespos hechos y veríamos nada o muy poco de su tercer periodo en la Oficina de Nari.


Está visto, no hay mal que por bien no venga.





Punto aparte: una compañía de seguros canadiense le ha retirado su pensión por baja laboral a una mujer diagnosticada con una "depresión severa" porque, según abogados, la mujer en realidad es feliz. ¿La prueba? Aparece sonriendo en unas fotos que ella publicó en su página de Facebook. Mucho ojo. El Gran Hermano nos vigila.